Para W.A.G.
una puerta al universo
…Quiero ser tu amor imposible
Tu dolor no correspondido
Tu musa más puta
Elvira Sastre
Billy querido:
Para sorpresa mía, transito por el medio oeste norteamericano. No me preguntes cómo llegué aquí; la vida une un lazo con otro, migrantes amigos, nuevos proyectos profesionales y !listo!, de pie en Indiana, de South Bend a Bloomington, cruda belleza de altas tierras entre naranjas y amarillos, de un abril en recuperación lleno de praderas o desiertos.
Como supongo que sabes, el trabajo sigue mandando en mi vida, pero me he divertido. Pago con soledad mi pasión y rebeldía.
Te escribo porque he notado que los muchachos por estos lares se parecen todos a ti – o al menos a la imagen tuya que conservo después de…¿treinta años?-: Son altos, rubitos, ojos reilones, de mandíbula muy marcada, (lo que te hacía tan varonil…), y si tú hubieras hablado en inglés, lo hubieras hecho como ellos: yes mam, oh shure, you’re right mordiendo bajitas palabras entre dientes, conteniendo las ganas de mil explosiones. Hice reír a varios para oír tu risa.
Un día fuimos a almorzar con algunos compañeros y usaban la misma chaqueta azul marina y la corbata delgada tornasolada como tú, y se habían copiado tus buenos modales. Hasta me pasó con un buen amigo de Clara que se llama Tom Boyce, que al presentarse yo entendí tonboy y le pregunté si le decían así por cariño, billyboy, como a ti tu padre, ese imponente gringo bonachón que te adoraba. Se rieron de mi, por supuesto, y tuve que ponerme una tirita en la vergüenza causada por mi torpe oído para los idiomas.
Hasta las emisoras de radio son distintas en esta parte del mundo, ¡son temáticas! A Clara le gusta la música de los años setenta y me la ponía siempre, aquella música que tú me enseñaste a apreciar entre beso y beso, con esos grandes cascos, en el perdido cuartito pintado de azul en la planta baja de la casa de tu madre. Aparecieron entonces los Bee Gees, el Elton John de Rocket man, Cat Stevens con su Morning has broken y por supuesto esos Beatles tardíos con su With a little help from my friends. Cantábamos como adolescentes, como lo que fuimos tú y yo cuando descubrimos que estar juntos, acariciándonos, era todo lo que queríamos hacer por el resto de nuestras vidas.
No hay cosa más placentera que cantar en el coche mientras vas en carretera, y cuanto más alto, mejor. Clara me preguntaba: -¿Y tú como sabes todas esas letras?- La verdad, casi no me acordaba, pero disimulaba mientras los recuerdos te iban dibujando y podía sentir tu olor y tus manos largas confundidas sobre mis zonas más sensibles. Me hiciste sonreír de nuevo, Billy, aumentando mis ganas de fabular disparates.
Del recuerdo de la música, con los brazos agitándose endemoniadamente, pasé a serenarme dejándome envolver por el baile. Debo confesarte que no ha habido nada más sensual en mi vida que Yo te propongo sonando bajo esos atados de luces de colores y humo que provocaban que mi cabeza sucumbiera en tu pecho, mientras tus brazos me ajustaban para la eternidad, tu boca buscaba la mía, y los chispazos se repartían dentro de una piel que no sabía lo que era sentir. Nos reíamos del absurdo: en la mitad de una pista de baile, mis pies no se querían mover.
Pasaron a nuestro lado algunos súper veloces Jaguar que yo había olvidado. Claro, nada como aquel abandonado por tu padre que te ayudé a reconstruir. Cuando logramos sacarlo del garaje fue glorioso, ¿te acuerdas? Tú te convertiste ese día en el mejor ingeniero del planeta, y yo la fiel y mejor lustracristales que podías soñar.
Gracias por todo lo que compartimos… Nuestras peleas y al final nuestra ruptura fue ¿otro lazo más en nuestras vidas? Esta vez deshilachado, torpe, bañado en lágrimas y orgullo. Tenía que ser.
Cuando te volví a ver en ese restaurant que nos gustaba tanto, la sangre hirvió de nuevo. Pero ya era tarde, muy tarde.
Hoy, transitando por el medio oeste norteamericano, inevitablemente pienso en ti y grito por la ventanilla que me perdones, que no quise herirte, que quizá nunca debí soltar esa piel. Pero, como dice la Streisand, a la cual me aficioné después, “otra noche cae, otro día surge”.
Ahora quizá puedas entender que si me tocaras de nuevo podría arder y romperme en mil pedazos de otras historias de amor que sólo conformarían la tuya.
Te voy a incluir dos fotos antes de que terminen de perder el color.
Disfruta la vida.