Cada vez que me despierto a esta hora me sorprendo de no estar muerta. Joder, cinco y media de la madrugada. ¿Dónde estoy? ¿En serio no estoy muerta? ¡Pues mira qué suerte! Entonces debe ser que tengo dolor de tripa porque he comido porquerías en la calle…No deberías, coño, lo sabes.
Falsa, que eres una falsa. ¿Tengo calor? ¿Escalofríos? Estas sábanas berenjenas no son de buena calidad. Parece que no estoy muerta, pero es curioso porque a los López nos gusta esta hora para morir. Abuela querida: esperaste que yo llegara de una fiesta para irte. Abuela nunca te lo dije pero la fiesta no estaba tan buena; era cuestión reivindicativa llegar lo más tarde posible para joder a mi madre tu controladora hija. Lo siento, abuela. Tío José, escogiste esta misma hora en la entrada del año, pero tranquilo que te hicimos los honores tomándonos la champaña y las uvas para atraer la buena suerte. Y el Chipi… te fuiste de madrugada sin avisar. Eres un gran hijodeputa. Me pongo Lorca y lloro por Ignacio Sánchez Mejías; a ese se lo llevaron a las cinco de la tarde; da igual. Dile a la luna que venga, que no quiero ver la sangre de Ignacio sobre la arena. Soy Pierre Menard autor del Romancero Gitano.
Miren que bien escribo lo que está escrito porque siento dolores para los que no tengo dolor. Para esto sirve la literatura, para que a las cinco y media de la madrugada le robe las palabras a alguien o le robe la actuación porque cuando yo agonice será como la Bovary, calladito orgasmo cristiano mediante, bueno, intenso, concentrado…tremenda tía esa. Todos te critican pero yo no, yo no te critico Emma, hiciste lo que tenías que hacer. Me apetece coger el ordenador ya, pero es muy temprano para conectarme con alguien que no sea yo misma.
¿No va a amanecer nunca? ¿Nadie va a curarme esta angustia a la madrugada? No te conoce el toro ni la higuera ni hormigas de tu casa porque te has muerto para siempre. Algo así dice el poema, joder, memoria perdida. En mi funeral me voy a reír un montón por los falsos pesares. Estoy segura que serán miles; es que no soy tan simpática ni tan compasiva como aparento. Y déjenme decirlo claro de una vez: Amar, lo que se dice amar desde las entrañas, pues no, a ninguno. ¿Qué será de la vida de mi pastor? ¡Qué juego tan bueno! Yo era Eva la pecadora y él se dejaba seducir; estaba escrito. Lo disfrutamos mucho. Todavía me queda la miel en los labios y el hambre en la piel. Creo que alguien sospechó algo porque lo mandaron a predicar a África. Ni modo. Hágase la luz.
Ya mi gata comienza a estirarse. ¡Cómo quiero a esta pedaza de animal! No puedo ni pensar en el día que se tenga que ir y canto como Milanés: si ella me faltara alguna vez, nadie me podría acompañar, nadie ocuparía ese lugar que descubro en cada amanecer… Al parecer hoy tengo día; a menos que me atropelle un despistado. Pero eso no va a pasar porque sería cambiar una tradición familiar. Pá’rriba, upa, a montar café.
Luisa Valeriano. Escuela de Escritores. Febrero 2018