de António Lobo Antunes
Saltos temporales y su relación con la estructura cronológica del texto
Cada acto de creación es ante todo un acto de destrucción.
Picasso
Lo primero que debemos apuntar, es que esta es una novela experimental, que no hace concesiones con el lector sino al contrario, lo reta con cada escena, con cada capítulo e inclusive con cada frase, pues maneja los signos ortográficos y la ortotipografía de una manera propia. Por ejemplo, el punto final sólo se usa al concluir el capítulo, pero no durante la narración, por lo que tampoco hay mayúsculas al comenzar un nuevo párrafo sino espacios sangrados. Cuando utiliza cursivas, con dos puntos de diferencia, ahonda en la historia.En la página 133 habla el padre en cursivas, única vez q se justifica. En la página 162 baja un punto de letra cursiva.
Usa paréntesis para introducir otras voces u otras variaciones sobre el mismo tema.
Es decir, no hay pistas explícitas. La primera creación, entonces, de Lobo Antunes es un lector alerta, que capte el centro de lo que quiere expresar: el tiempo como realidad externa pero también como percepción y huella en la conciencia. Los sucesos vividos han sido duros y difíciles y en la necesidad de contarlos entra el cómo, frente a la cualidad de efímero inherente al transcurrir.
Para acercarnos al tiempo narrativo de la obra, iremos paso a paso pues los diferentes niveles de significación lo exigen así, pues el tiempo se expresa de una manera real, pero también en el discurso consciente, inconsciente y hasta reprimido.
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1-El tiempo narrativo, es decir el espacio que transcurre en las 418 páginas del libro, y el que da pie al desarrollo de la trama, es de unas cuantas horas en presente, las que espera Carlos a sus hermanos para cenar la noche de navidad del 24 de diciembre de 1995, mientras Lena, su mujer, nos anticipa el final: no vendrán, no se dará esa reunión. “ Lena sola en la sala, yo solo en el umbral, la botella de vino espumoso en el cubo de hielo…yo que cuento hasta cien, hasta quinientos, hasta mil, seguro de que vendrán…” (24). Los porqués nos lo irá desvelando el autor paso a paso.
2-Paralelamente corre el tiempo externo o histórico, la época en que se sitúa la narración. Hablamos de una familia que se mueve entre Angola y Portugal desde el 24 de julio de1978 hasta el 24 de diciembre 1995 con importantes elipsis. Esto nos lo da el título de cada escena que no es mas que una fecha, e inclusive el título de la novela: una gran ironía pues es importante señalar que estamos dentro de una cruenta guerra civil en Angola (1975-2002).
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El texto, entonces, de comporta de la siguiente manera: sobre una línea de
cronología lineal, se van montando capítulos que van ordenadamente hacia atrás, lo que no significa que la narración sea así.
3- El tiempo interno es el tiempo que duran los acontecimientos narrados en la historia. En este caso Isilda, la madre y centro del relato, se remonta hasta la época de la llegada de su padre a Angola, es decir mediados del siglo XX y cierra el 24 de diciembre de 1995 pero desde su muerte que ha acontecido en 1988.
Dentro de este tiempo interno tendremos que distinguir entre el tiempo de la historia y el tiempo del discurso.
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El tiempo de la historia es el tiempo de la realidad narrada. Nos encontramos con cuatro realidades, tres de las cuales parten hacia el flash back desde un punto concreto: la invitación a compartir el 24 de diciembre de 1995 después de quince años sin verse. Cada uno tiene su dinámica de recuerdos, su lenguaje y le imprime significados diferentes a los mismos acontecimientos. El otro punto de vista, la madre, se mueve en otra realidad: va hacia adelante hasta el día de su muerte.
Con respecto al tiempo del discurso narrativo, creemos que es allí donde ha estado el trabajo fuerte del autor: el orden en que se narran esos acontecimientos está roto y esto marca un ritmo narrativo. Estructura coral, fraccionamiento, simultaneidad, varios planos de composición…
Algunos de los elementos que utiliza para lograrlo son los siguientes:
a) Las relaciones entre orden temporal de los sucesos en la historia y de su
disposición en el discurso, crean una organización textual que pareciera
fragmentada pero que es absolutamente coherente. Con comparaciones va
pasando del presente al pasado, utilizando la anacronía con todas sus variantes: analepsis, flashback y prolepsis: cuando la madre reflexiona va hacia delante: “no es buena idea poner el piso a nombre de Carlos”, evoca por adelantado un suceso posterior (1999,64). “se me tirará al cuello agradecida por el perfume, agradecida por haber puesto a Rui donde lo comprenden y lo cuidan, cuando dejé de pagar las mensualidades… (49). Por otra parte, la estructura rota dibuja la historia de una familia rota
b) Las relaciones entre la duración de los sucesos y la extensión del relato en el discurso de cada personaje, expresan esa concepción de tiempo interpretado por la psiquis personal.
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Podríamos decir que esto se debe a que la obra está compuesta por cuatro monólogos interiores. Algunas veces son fluir de conciencia, otras monólogos interiores estructurados – o exteriores como también se les denomina-, por lo que la obra se convierte en una unidad espacio-tiempo (de escritura, no físicamente) cuyos temas se vuelven recurrentes pues se exponen desde cuatro puntos de vista distintos.
c) La velocidad del discurso es también un elemento fundamental en esta obra.
Acelerar y desacelerar tanto la historia como la narración, inciden en el eje central de la interpretación del concepto tiempo. La forma máxima de aceleración es la elipsis: en el discurso no se cuentan historias directamente, pero podemos reconstruir gracias a las incidencias en los personajes.
d) La frecuencia, relación entre el número de veces que un suceso aparece en la historia y el número de veces que se narra en el discurso, es un recurso fundamental en esta obra. En realidad un suceso repetido nunca es el mismo, como tampoco es el mismo un segmento del enunciado repetido, puesto que su localización en un contexto diferente necesariamente lo cambia.
Pero además con el lenguaje juega también nuestro narrador, repitiendo frases que funcionan como anclas en cada capítulo. En la página 61 se repite tres veces una misma unidad sintáctica: “ ¿Dónde diablos has encontrado a este payaso Isilda? O inclusive repitiendo objetos que relacionan el pasado y el presente, traspasan la barrera del tiempo, como por ejemplo el espejo (64).
e) Las voces que narran se confunden; en un párrafo se encuentran varias: “mi madre se abanica con la servilleta en el sillón, Damião a cuatro patas recogía cascos de la tetera sin perder pese a todo su dignidad episcopal, mi marido sin dejar de moverse advertía a mi padre…” (61).
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Por todo lo antes expuesto, creemos que la concepción del tiempo es
cubista: varias aristas espacio-tiempo, varios puntos de vista arman una sola historia. El autor descompone para ordenar, para que el lector pueda armar la obra como si nos encontráramos frente al Guernica. Los colores son apagados: grises, verdes y marrones se presentan en contraposición a los girasoles, símbolos de Angola y de una infancia perdida. Las formas se contradicen y se arman…las imágenes poéticas chocan contra repugnancias.
En la primera página ya está presente el humo a través del cual se ve la historia o los recuerdos, para expresar así el paso del tiempo. “Y entonces decidí que este año festejaríamos la Nochebuena en casa”(405) parecen decir varios personajes en diferentes épocas al mismo tiempo.
Bibliografía
A. Lobo Antunes: Esplendor de Portugal. Siruela, Madrid, 1999.
F. Chacón: “António Lobo Antunes: Nunca tuve sentimientos nacionalistas porque se pagan muy caros”. ABC, Madrid, 26-12-2017.
M. López-Vega: “Antonio Lobo Antunes: En literatura me gusta sentir la sangre”. El Cultural, 07-11-2001.
J. Martín del Barrio: “Mis libros nacen de la basura”. El País, 19-09-2015.
A. Prada Vázquez: “Los hermosos laberintos de António Lobo Antunez”. Huffpost, 27-05-2017.