-Estoy locamente enamorada. Por lo menos, creo que lo estoy.
(p.94)
“La literatura es mentir bien la verdad”, sostenía Juan Carlos Onetti apoyando esta frase en su propia obra que no escapaba de lo autobiográfico. La literatura, han dicho otros respaldándolo, es la investigación de la realidad pero planteada de manera mas compleja, donde entran las sombras, las contradicciones y las inconsistencias.
Christopher Isherwood se muestra como un maestro en no decir lo que dice, en hacernos creer que la realidad está a flor de piel y no es lo que calla. En primer lugar juega con el género literario: ¿es una novela, varios cuentos largos independientes o un diario? A medida que vamos construyendo con la lectura, vamos encontrando una estructura claramente novelesca, con hilos conectores entre los capítulos (básicamente la ciudad de Berlín y sus espacios que se activan de noche, el narrador-protagonista y algunos personajes que aparecen y desaparecen, como Fritz Wendel u Otto). Es curiosa también la manera de montar cada capítulo: comienza con una descripción del lugar a del ambiente para ubicar al lector y luego nos hace un guiño haciendo aparecer un personaje o una memoria de otro capítulo. En el último, por ejemplo, nos enteramos que una chica, Natalia, lo refiere como profesor de inglés a la que aparece en el primero, Fräulen Hippi Bernstein.
En segundo lugar juega con el género del narrador- protagonista: nunca nos habla de su homosexualidad sino la de otros; nunca nos habla de sus excesos, pero si los de otros. Además, ese narrador-cámara-testigo y protagonista ¿es directamente el autor? Es un profesor de inglés en Berlín (que no tiene mayores argumentos para estar allí y que es profesor de quienes no tienen mucho interés en aprender), que juega a ser escritor: en algún sitio nos dicen que tiene una novela, que escribe una segunda, pero que de la primera sólo ha vendido un ejemplar. Es decir, ni el narrador es lo que parece ni los personajes tampoco:
Fräulein Schroeder, la primera casera , es una dama de sociedad venida a menos; Frau Karpf , la casera de Sally, es una pícara. Sally Bowles pareciera que es muy joven, tiene 19 años pero todos creen que tiene 25. Se inventa una madre francesa; nunca se dice porqué huyó de Inglaterra. Habla de encontrar trabajo pero no lo busca; como actriz es muy mala, como cantante peor, y como prostituta, tiene un alma muy noble y es débil: se va enamorando de cada uno de los hombres que pasan por su vida. Cuando Klaus la deja, por ejemplo, se va al cine a ver una película de una muchacha que sacrificaba su carrera teatral para salvar su amor, su hogar y sus niños (104). Se manejan muchos personajes más, introduciéndolos en cada capítulo y sorprendiendo al dejarlos ir; lo curioso es la importancia y el respeto que el autor se asigna a cada uno de ellos o a las familias con las que comparte.
Tampoco la literatura es la literatura: En el Diario berlinés (otoño 1930), Isherwood plantea lo que es ser un novelista: “es maravilloso, soñador, poco práctico y no entiende de negocios. También fácil de engañar, pero cuando le dice a la sociedad lo cerda que es, ahí gana montones de dinero” (109). Su protagonista escribirá una novela maravillosa y venderá millones de ejemplares: “quería seguir con mi novela. Trataba de una familia que vivía aislada en el campo, rica e infeliz “(142). Por otra parte, cuando le escribe el articulo a Sara, un encargo para una revista, ella lo rechaza (148): un tal Kurt Rosenthal (nombre común) escribe mejor que él. Mas adelante, con los Landauer se plantea esta escena: “Su amigo dice que es usted escritor. -No soy un escritor de verdad. -Pero ha escrito un libro. -Creo que está loco “(329). Luego le cuenta a Natalia que tiene un cuento para una revista en Cambridge y el tema de su nueva novela: “Trata de dos chicos, uno es artista y otro estudiante de medicina” (352), pero ella no entiende nada de lo que le ha dicho porque ella no entiende inglés.
Aparece en la novela un inventario de lecturas y autores, en algunos casos hecho con humor: Sobre una hoja de Mas allá del principio del placer de Freud, 1920, Otto se despide de Peter, su amante frívolo y con quien mantiene una relación tormentosa, o un triángulo amoroso con el protagonista. Mas adelante, los Landauer, familia acomodada, van mencionando los libros que leen o han leído y llegan a decir que Shakespeare es tan bueno que casi parece un poeta alemán. Hay autores, por ejemplo, que les interesan por sus historia personales: Wilde por el castigo que le han impuesto, Lord Byron por el incesto… o se dice que el padre es escritor porque su tesis ha sido editada: “Todos son conspiradores” es su libro (352); ha tomado el título de Julio Cesar de Shakespeare.
Entonces la literatura es Tonio Kröger, citado por Thomas Mann; los Cuentos de Jacobsen (poeta del que Rilke es gran lector) ;un volumen de la obra de Stefan George, (poeta muy de moda para la época, unido a la escritura de Mallarmé); las Cartas de Goethe, que son de tema amoroso y Frau Marie Grubbe (una aristócrata danesa que describe la vida en los palacios). Bernhard, el judío instruido y gerente de primera línea de la familia, lee La colina de Vachell y Qué hacer de Lenin. Cuando llegan los nazis es uno de las primeros que muere.
La familia Nowak, obrera, lee Contrapunto de Aldous Huxley publicada en 1928 y El amante de Lady Chaterly de D.H. Lawrence, publicado en Florencia de 1928, pero que para la fecha estaba prohibido.
Otro tema es la política: Chris, a quien hemos visto en capítulos anteriores actuar desde la frivolidad, dice que es comunista. El doctor, en la isla de Rügen, dice que el comunismo no existe: “es una mera alucinación”(103). La madre de Otto dice que contra todos los judíos no van a ir… es realmente un desvarío de opiniones que en la última parte, diario berlinés (invierno, 1932-1933), se hacen presencia en episodios algunos oscuros, otros violentos: una pelea de boxeo falsa; locales nocturnos degradados; el hospital donde habita ahora la madre de Otto es un reformatorio con locos y delincuentes; Rudi se sorprende de su propia fuerza ante las masas…
En fin, esta es una novela donde efectivamente la ciudad, o mejor dicho una parte del ambiente de la ciudad de Berlín, hace también de protagonista, pero tan fracturada como las historias que contiene o las relaciones que plantea. Hay mucho de la decadencia prusiana, inquietante, los ricos en su miseria y dolor por el mundo que han perdido. Se nota la división y el fanatismo al comenzar a cundir el nacional socialismo.
Al final el mundo no es lo que parece: “No. Ni siquiera ahora puedo creer del todo en todo lo ocurrido”(476). Así cierra una obra que ha usado la ficción como arma para lograr la “verosimilitud” de la realidad, aportando un caudal de símbolos detrás de un contexto literario.
Isherwood, C.: Adios a Berlín. Edición digital: epublibre.